sábado, 24 de marzo de 2012

Fuente de los Deseos (2012)

(Santuario Santa Teresa de los Andes)
Me acuerdo que de pequeño mis padres me llevaban a aquel templo en invierno, verano, otoño, cada año. Es curioso que haya hecho bastantes mandas en ese lugar que tal vez hoy no tendría el coraje de enfrentar. Hoy volví al templo, entré por la misma puerta de siempre y cumplí con mi ritual. Al salir vi una fuente con monedas que me hicieron soltar una sonrisa, acompañada de un pequeño flashback de mi mismo lanzando monedas en forma de deseos en aquella fuente. Caminé hacia un lugar donde pudiera tomar asiento y contemplarla. Prendí un cigarrillo mientras todos esos recuerdos y deseos bombardearan mi mente. Luego como es de costumbre uno de mis latidos perdió el ritmo de la situación. ¿Para qué gastar mis monedas en una fuente de los deseos que no los cumple? Me pregunté. Era relativamente lógico, pero en ese momento fui capaz de entender. Era un objetivo mucho más importante que cumplir lo que más uno quiere, ¿Más que cumplir los sueños? Posiblemente, su propósito es recordarnos lo que más queremos, aquella fuente era solo un símbolo, y las monedas no eran más que una inyección de ganas de la realización de nuestros sueños. El recordar lo que quieres es algo impagable, las personas olvidan todos los días, pero en aquellos instantes bastaba solo con un par de monedas prestadas, y quien iba a pensar que la verdadera fuente de los deseos son las mismas inocentes manos que las lanzaban.


Esta vez no lancé una moneda a aquella fuente,
 no era realmente necesario...
Porque la moneda que más importaba, 
se encontraba sumergida en la fuente correcta.

viernes, 24 de febrero de 2012

Cuando niño - Diego Allendes (2012)

Cuando niño nunca pudo amar,
su primer amor fue la soledad.
Nunca besó sin pensar en algo más.
Nunca brindó su mano a medio palpitar.

Su corazón late más fuerte que todos los demás,
mucho más fuerte que cualquiera del salón.
Son estos latidos, golpes de su niño interior,
pidiendo a gritos la inocencia en amor

Pide a Dios que ésto termine,
perderle el miedo al que por él escribe.
El mismo que mata, nos adentra al coma,
nos hace sus enseres, nos usa de redoma

Ahora camina con goteras 
No llueve, donde verdea
No existe vuelta, aunque quisiera
Solo caen recuerdos, por sobre la acera






sábado, 10 de diciembre de 2011

No saldrás

No saldrás a jugar.
No importa cuanto grites y saltes.
Tirarse al suelo no ayudará.
No aprendes, no piensas, pero lo haces mejor que yo.
¿Respirarás de nuevo?
En tus ojos no hay calma, solo hay pasión.
¡¿Insistes en salir?!
¿Qué hay de bueno ésta vez?
Puedo ver el futuro.
Volverás con las manos húmedas.
Volverás con tus ojos tristes y con la nariz rota.
Volverás con tus pies descalzos y temblando de miedo,
como la última vez.
Tu aún no entiendes.
TU
MI VIDA
No soy el que escribe
No soy el que pierde el control de sí mismo
No soy el que se enamora de cada beso que tocan sus labios
No soy el que piensa 
No soy el que responde las preguntas
No soy el sabio
No soy el que observa
No soy el que crea, no soy el que inventa
No soy el que ríe
No soy el dueño de tus sueños
LEES
ENTRE
Eres tú, 
LETRAS
Yo soy solo el cascarón.
Armónico de sol.
Espejismo de caracol.



viernes, 9 de diciembre de 2011

Tren- Diego Allendes (2011)

Mi mente el conductor...
Mi cuerpo una estación.
Hace 20 diamantes un hombre subió,
un pasajero que nunca baja del bagón.

De cristal a pupila entrena su visión,
redes de sueños queriendo atención.
Sabe lo que hago, sabe donde estoy.
Sabe quien soy, sabe a donde voy.

Una puerta separa la vista de la piel,
dos o tres veces he charlado con él.
Siempre conmigo cambia de andén,
le gusta jugar a ser chofer.

Una tonada canta camino a mi estación,
he perdido el tiempo, ha tomado el control.
Retumbó mi mente hasta ensordecer,
Frecuencia natural, arpejios de mi ser.

Timadora de vidas, música de libertad,
me has vuelto libre, has tomado mi edad.

Timadora de vidas, música de libertad,
prisionero soy
y seré al saber,
que es él ahora, quien maneja mi tren.
 





jueves, 5 de mayo de 2011

Viajero



¿Dónde está tu hogar? 
¿Qué acaso no lo sabes?, 
¿Qué acaso no lo encuentras?
¿Qué más te queda si te has olvidado de ti mismo?
¿Qué es aquel sentimiento?
¿Qué son aquellos ojos?
Podría reconocerlos en cualquier espejo... 
¿Sabes? Yo fui viajero alguna vez.
Lo supe la primera vez que abrí mis ojos frente a ti,
 cuando pude ver a otra persona, 
cuando vi un hermano.

Padre

No encuentro maneras para agradecerte lo que me das, 
has estado toda la vida conmigo. 
Por todas las veces que has puesto tu mano sobre mi hombro, 
dame solo una pizca de tu fortaleza. 
Déjame devolverte un grano de arena del castillo que construiste en nuestra playa, 
déjame ser tu orgullo un segundo, quiero que estés orgulloso de mi. 
Déjame ser niño otra vez y llorar en tu hombro. 
Papá si tu amor no cabe en tus ojos puedes derramarlo en el mio. 
Papá soy tu sangre y me alegra ver en mi espejo un poco de ti. 
Gracias papá por ser tus ojos, tu mirada, 
por darme vida y ser la tuya. 
Papá brindame un poco de tu coraje y esfuerzo, 
quiero ser un poco de lo que eres tú. 
Papá... yo también quiero ser padre, 
y no sabes lo feliz que me haría poder ser solo la mitad del padre 
que fuiste y eres conmigo... Te amo papá :) 



miércoles, 4 de mayo de 2011

Volver atrás

Hace poco tiempo volví atrás,
me encontré conmigo
un poco mas joven
y de mirada perdida.

Le pregunté lo que mas quería,
agachó su mirada de niño y no supo que contestar.
Le dije que todo pasaría, pero que nada seria igual,
en el momento rompió en llanto, solo lo atiné a abrazar.

Me dijo que quería ser un hombre,
que quería cambiar.
Le dije que fuera un niño,
que el tiempo solo puede avanzar.

El pequeño secó sus lagrimas,
no supo que contestar.
Por culpa de su llanto,
mi corazón estaba hecho un mar.

Le dije que sería grande,
que nadie lo podría enfrentar.
Le enseñé que valiente es quien sonríe,
en vez de llorar.

Me miró dulcemente
sonreímos juntos.
Una misma carcajada,
idéntica y resonante.

Le dije que era tiempo,
que debía partir.
Preguntó si me vería de nuevo,
en cinco años respondí.

Dispuse mi marcha,
sin mirar atrás.
Lo que el pequeño no sabía,
que en persona no me vería jamás.

Cinco años, 
habrían de pasar.
Y No sería sino en un espejo,
en el cual se haría reflejar.